“¡¿En donde esta?!” dijo el mago aquella noche… era una noche fría, como la mayoría en el desierto, aunque se podía sentir cierta calidez en el aire, el junto a los otros habían decidido conocerlo, aunque, en su humanidad el no podría reconocerlos, tal vez su espíritu si, y así es como se embarcaron en este viaje de días.

Llegando al desierto solo tenían una opción, seguir la señal, aquella estrella los iluminaba de noche y de día descansaba por lo que aprovechaban para descansar y una vez que la obscuridad se cernía sobre el cielo verían la luz resplandecer tan claro como el día.

Así estuvieron por varias noches, conociendo a gente interesante, preguntando, indagando, siguiendo la señal, atravesando caminos desconocidos solo guiados por su fe, incluso conocieron a un rey, nada trascendente, su meta era clara y siguieron por delante.

Una noche caminando por el desierto, como ya se estaba volviendo costumbre de ellos, notaron que la señal brillaba mas que lo normal, ¿será a caso que…?, si!, tiene que ser!, dijo uno en voz alta, y apresuraron el paso.

Hasta los animales parecían inquietos, apurados, extasiados por el momento que vivirían, pasando aquel pequeño valle llegaron a una aldea, y, de ahí a un establo… Una vez ahí, con la pupila dilatada, las manos temblorosas, las piernas débiles por la admiración, la voz apenas pudo salir y decir… así que eres tu, al fin, al fin estas aquí… y una lagrima salió de sus ojos, luego otra, y otra, y otra… no se pudieron detener, solo siguieron saliendo, en parte por conocerlo, en otra, porque quizá su destino marcado ya era conocido por ellos…

Así estuvieron varios minutos, de rodillas y con la cara mirando hacia el suelo, derramando cada lagrima sobre la tierra que lo veía nacer, hasta que se pudieron poner de pie, se secaron el rostro lo mas que pudieron, y dieron sus presentes…

A sabiendas de que no eran suficientes los entregaron, serian necesarios mas adelante, y así siguió toda la noche, solo… solo admirando, llorando, de felicidad y tristeza, el gozo se alzaba sobre la tierra, aquella noche fue algo especial, y quizá solo algunos afortunados pudieron notarlo, y solo algunos aun mas afortunados pudieron estar ahí…

El día anunciaba su llegada y al mismo tiempo la retirada de aquellos hombres, con toda la esperanza en el corazón regresaron, nunca volvieron a ser los mismos, arcados por aquel día, contarían esta historia a sus hijos, y a sus nietos y estos a los suyos y así por generaciones, aquella historia solo seria el preludio, el preludio a la salvación.